Los hay quienes escriben para obtener los aplausos humanos por medio de las nobles cualidades del corazón que su imaginación inventa o que ellos mismos pueden poseer. Yo, en cambio, me serviré de mi genio para pintar las delicias de la crueldad. Delicias ni pasajeras ni artificiales, sino que han comenzado con el hombre y que con él terminarán. ¿No puede el genio aliarse con la crueldad en los secretos designios de la Providencia?, ¿o, acaso, porque uno sea cruel no puede tener genio? En mis palabras se verá la prueba; sólo es necesario que me escuchéis, si así lo deseáis... Perdón, me pareció que mis cabellos se habían erizado en mi cabeza; pero no es nada, pues, con mi mano, he conseguido restablecerlos fácilmente a su posición original. El que canta no pregona que sus cavatinas sean algo nuevo; por el contrario, se congratula de que los pensamientos altivos y malvados de su héroe se hallen en todos los hombres.

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